El Cargadero de Mineral de Agua Amarga

Publicado en por vivirenelparaiso

1-DSCF5764.JPGDesde la altura donde se encuentran las ruinas de lo que fuera un antiguo cargadero de mineral de hierro el horizonte parece querer abrazarnos para impedir que nos alejemos. No es tarea difícil convencernos de quedarnos, estamos en uno de los lugares especiales del planeta.

 

Somos privilegiados de poder disfrutar bajo un cielo de increíble pureza una de las más bellas piezas pictóricas con que el sumo artista de los colores regala los ojos de los mortales.

 

Hacia levante el faro de Mesa Roldán nos hace guiños que adivinamos en pleno día. A nuestros pies la playa de Agua Amarga con el pueblo de casas blancas que parece cercarla hechizando la vista.

 

No queremos que la fascinación nos atrape antes de descubrir lo que tenemos ante nosotros.

 

Pasando por construcciones semiderruídas el sol juega a las escondidas asomándose entre ventanales abiertos por la mano humana y otros, los más, oradados por la furia de los elementos durante decenios de abandono.

 

Nosotros paseamos por senderos que serpentean entre estas estructuras que fueron parte de las viviendas y oficinas pertenecientes al ferrocarril minero que, siguiendo un trayecto que calculamos en torno a los diecisite kilómetros desde Lucainena de las Torres a Agua Amarga. En las vagonetas se transportaba el mineral de hierro extraído de la mina, hasta el embarcadero construído al pie del cerro que se eleva en el paraje conocido como La Mata de Valiente.

 

De las entrañas de la tierra al mar

 

En 1894, cuando debido al auge de la minería en Lucainena de Las Torres se hizo imprescindible una salida al mar, se comenzó entonces la construcción de una vía de ferrocarril que terminaría en un fondeadero al pie del que ahora conocemos como Cerro del Cargadero.

 

Fondeadero que consistía en un ancla tipo almirantazgo de grandes dimensiones a la que se encontraba unida una boya que servía para amarrar los barcos de carga.

 

Recorriendo estas serranías podemos encontrarnos vestigios de la vía ferroviaria de angosto trecho.

 

Imaginar la fumarola de humo conque se anunciaba, incluso antes de oir el clásico pitido, la cercanía de la máquina que llegaba arrastrando las vagonetas cargadas del mineral de hierro que dejaban a su vez una estela oscura a su paso, no resulta difícil.

 

Es suficiente cerrar los ojos un momento, porque aquí, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Nijar, el tiempo no tiene fronteras y el pasado remoto se confabula con el más cercano para hacernos olvidar el presente.

 

En 1896 el primer buque que amarró en el fondeadero fue el vapor Albia, en las cercanías del cargadero quedan restos que tiñen de negro las rocas. Pero los tiempos y las necesidades cambian y entre 1919 y 1920 los almacenes-depósitos en la playa de Agua Amarga estaban llenos de un producto que carecía de compradores.

 

Sería por el año 1942 cuando el último barco, el Bartolo, se alejó de la costa llevando el postrer cargamento de mineral. Años después comenzaría el desmantelamiento de las instalaciones cuya construcción había supuesto un coste de tres millones de pesetas.

 

¿Fantasmas o sólo recuerdos?

 

1-DSCF9327.JPGMe gusta pensar que los espíritus de aquellos trabajadores, sacrificados por las condiciones en que vivían, en rústicos barracones o cuevas, disfrutan hoy día de la belleza de estos paisajes, sin el estress ni las necesidades de entonces.

 

Al otro lado de la playa de Agua Amarga hay unas cuevas en las que se encuentran vestigios de de haber estado en uso a propósito de la explotación minera. Hornacinas talladas en las paredes formaban el espacio de una rudimentaria despensa que seguramente compartían los trabajadores.

 

Sobre el mismo cerro del embarcadero las ruinas de los barracones de los jefes y técnicos y algo más abajo, casi despeñándose, nuevamente indicios casi perdidos en el tiempo de una época que no ha de volver.

 

Arqueología industrial incluida en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz pero, como tantas otros valores arqueológicos a conservar, hoy abandonado en manos del tiempo sin arma alguna con la que defenserse.

 

Hacia el siglo XXI

 

La luz cegadora de esta parte del Mediterráneo nos hace parpadear, volvemos los ojos hacia la bahía que se dibuja unos cincuenta metros más abajo.

 

Agua Amarga, un pueblo con un encanto tan especial que resulta difícil definirlo.

 

1-agua-amarga-desde-cala-del-plomo--1-.JPGLa playa se extiende entre dos ramblas, amplio arenal en el que mueren las primeras casas del pueblo.

 

Un pueblo de pescadores que abrió sus brazos al turismo. Una población inferior a quinientos habitantes que en verano se quintuplica. Durante dos meses los hoteles y restaurantes tienen cartel de completo. No obstante los escasos cincuenta y siete kilómetros que la separan de Almería capital y su clima la hacen codiciada todo el año.

 

Un fin de semana en Agua Amarga es, sin duda, disfrutar un recreo en el paraíso y una oportunidad de llegarnos hasta el antiguo cargadero de mineral.

 

 

Graciela Vera

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